La arquitectura no solo se trata de construir espacios habitables, también de cómo esos espacios nos afectan. En los últimos años, la neuroarquitectura ha ganado protagonismo como disciplina que une arquitectura, neurociencia y psicología ambiental. Su objetivo: diseñar entornos que mejoren la salud mental, el rendimiento cognitivo y el bienestar general de las personas.

Diseño que sigue el ritmo natural del cuerpo
Una de las prioridades actuales en neurodiseño es la incorporación de luz natural para respetar los ritmos circadianos. La iluminación influye directamente en el estado de ánimo, la productividad y la calidad del sueño. En nuevos proyectos, se favorecen soluciones como ventanales de gran formato, claraboyas o sistemas de iluminación artificial que simulan la luz solar en diferentes momentos del día.
Biofilia: la naturaleza como elemento arquitectónico
La conexión con el entorno natural ha demostrado tener efectos positivos en la salud. Por eso, la biofilia se afianza como principio de diseño. Se manifiesta a través de muros verdes, patios con vegetación, materiales naturales y vistas abiertas hacia zonas exteriores. Este enfoque no solo aporta valor estético, también genera sensaciones de calma, inspiración y confort.
Materiales saludables y confort sensorial
La elección de materiales es clave en el diseño centrado en las personas. Se priorizan acabados sostenibles, sin emisiones tóxicas (como los compuestos orgánicos volátiles, COV), y que además ofrezcan una experiencia sensorial positiva. Superficies de madera, texturas suaves, piedra natural o corcho son algunos ejemplos utilizados para crear ambientes más cálidos y saludables.
En este sentido, algunas soluciones técnicas como las mallas de refuerzo de fibra de vidrio, utilizadas en sistemas de aislamiento térmico por el exterior (SATE/ETICS), pueden contribuir al confort térmico y a la durabilidad de los acabados. En empresas como en Regarsa, que contamos con una amplia gama de mallas técnicas, se ofrecen productos que se integran en envolventes sostenibles y funcionales, alineadas con los principios de un diseño saludable.







Espacios adaptables para diferentes formas de habitar
La neurodiversidad es una realidad que cada vez tiene más presencia en el diseño arquitectónico. Por eso, se buscan soluciones flexibles que permitan configurar espacios según distintas necesidades: zonas de silencio, áreas colaborativas, rincones de descanso o ambientes con estímulos reducidos. Esto permite que más personas se sientan cómodas y funcionales en un mismo entorno.
Tecnología al servicio del confort
El uso de sensores inteligentes que monitorizan la calidad del aire, la temperatura o la iluminación, permite adaptar los espacios en tiempo real. Estas tecnologías, aunque discretas, se integran en la arquitectura para mejorar la experiencia de quienes la habitan. En proyectos de nueva construcción o rehabilitación, su implementación es cada vez más habitual.
Una oportunidad para empresas del sector
La neuroarquitectura no solo plantea una evolución estética, también técnica y funcional. Para empresas del sector de la construcción y la arquitectura, representa una oportunidad de aplicar soluciones más humanas y sostenibles.
En este contexto, empresas como Regarsa, con experiencia en sistemas constructivos y aislamiento térmico, podemos aportar valor al integrar materiales saludables, soluciones envolventes eficientes y propuestas adaptadas al confort sensorial en grandes desarrollos.